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Julio 7, 2015

 

Violencia invisible

por Sonia Andrea Zoricic

 

 

 

Un tipo te toca el culo en la calle y sigue caminando como si nada. Te cruzas de acera y te encuentras con otros tipos que dicen que te harían asquerosidades mientras tú pasas caminando. La calle asusta. Inconscientemente pensamos en qué ropa elegir según donde tengamos que ir, para evitar pasar por estas situaciones.

En mi adolescencia y con la ropa del colegio me decían las guarradas más irreproducibles que me han dicho jamás. Con apenas 14 años, o más, se vuelve difícil gestionar eso. Más aún si viene de hombres que duplican tu edad o que podrían ser tus abuelos. También ocurría en el transporte público, el escenario ideal para que los depravados me intentaran manosear mientras ponían cara de poker. 

Te sientes vulnerable. Eres vulnerable. Podemos gritar en la calle o en el autobús, pero muchas veces el miedo nos paraliza.

Nos han hecho creer que si alguien nos acosa es porque nosotras lo hemos provocado. “La simpática” debe dejar de serlo para no generar malos entendidos. La que usa faldas cortas o ropa ajustada tiene que hacerse a la idea de que si va por la calle, le dirán cosas que le harán sentir vergüenza o que es ella la que provocó esas situaciones vistiéndose de ese modo. 

 

 

¿Debo dejar de mostrarme como quiero ser, por miedo?

 

¿Debo ser una chica que no soy para evitar ser juzgada?

La sociedad patriarcal tiene este efecto en las mujeres: anularlas. Poco a poco, hacerles creer que son ellas las que atraen situaciones de violencia y acoso y además de haber sido agredidas, deben estar cuidándose a quién se lo cuentan para que no la miren con cara de “Tu te lo has buscado vestida así”, o le digan que no es para tanto.

 

Se equivocan. Mienten. Toda palabra o acción que vaya en contra de tu deseo o que configuren una actitud violenta hacia ti, no es tu responsabilidad, sino la de la otra persona que realiza la agresión. No eres culpable. No ha sido una provocación porque NADA, absolutamente NADA justifica la violencia.

No hay nada en ti que esté mal. Tu puedes vestirte como te apetezca, puedes ser simpática, seductora, que te guste arreglarte para salir o usar ropa ajustada porque estás en tu derecho de ser como te apetezca.

 

Estamos cansadas de tener que explicar esto una y otra vez a nuestros amigos, familia, en el instituto, en el trabajo...pero se vuelve necesario ser repetitivas porque esta creencia está tan metida en el interior de la mente patriarcal que se vuelve difícil erradicarla de raíz.

Acoso callejero. Conoce la experiencia de esta chica que se animó a llevar una cámara durante todo un día para mostrarnos el acoso al que se tiene que enfrentar diariamente en la calle.

La violencia invisible es la que está metida en el inconsciente de la sociedad y que aprendemos desde la cuna, porque nuestro entorno también la reproduce. Una violencia que se hace visible en palabras acusadoras hacia la mujer, en miradas despreciativas, juicios sobre qué ha hecho para provocarlo, y encima un entorno que la reprime ejerciendo una segunda e igual de cruel violencia: el silencio.

Cuando nos impiden expresar nuestras emociones o contar lo que hemos vivido, por vergüenza o por miedo, nos condenan a una muerte lenta. Poco a poco algo va muriendo en nuestro interior (la luz, la alegría, la seguridad, la confianza) y en su lugar va creciendo el miedo, el dolor, la culpa y  más violencia.

Necesitamos romper las mordazas. Necesitamos poner palabras a lo que callamos para sanar nuestras heridas. Cuando no podemos expresar el dolor que sentimos, poco a poco nuestro cuerpo se va enfermando y nos va dando señales de que está cargando demasiado peso y que necesita liberar la carga para continuar viviendo. 

Busquemos espacios (instituciones, grupos de ayuda, círculos de mujeres, etc.) donde poder hablar, ser escuchadas y escuchar. Rodeémonos de personas que nos miren y se nutran de todo lo que somos y que a su vez, te nutran a ti con su luz. Encontremos nuestro lugar en el mundo, aquel donde sintamos que podemos Ser con todo nuestro potencial, nuestras capacidades, donde no haya límites para soñar y concretar nuestros sueños. Busquemos juntas, entre todas podemos crearlo. Ya lo estamos viendo… 

 

 

No dejes de mostrar tu luz por agradar a l@s que te rodean o por miedo a que te critiquen. TODO ESTÁ BIEN EN TI. Todo lo que eres está bien tal y como es. 

 

 

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