San Valentín no entiende de Carnavales
El verdadero origen de la celebración de San Valentín está vinculado a una fiesta
pagana llamada las LUPERCALIAS en honor al Dios Fauno Luperco, para honrar la fertilidad. La iglesia católica transformó este culto en el que se le daban nalgadas a las mujeres para atraer su fertilidad y lo convirtió en el día de San Valentín, en honor al Dios Eros, transformando este día en una fiesta cristiana de amor casto y matrimonial. Las LUPERCALIAS, se dice, son el verdadero origen de los carnavales, y por eso esta festividad se la considera tan orgiástica.
En el norte de Argentina, los carnavales son consideradas fiestas donde "todo es posible". La sexualidad es vivida sin inhibiciones y son concebidos los llamados "hijos del carnaval": niñ@s que son el fruto de una relación sexual que sólo tiene lugar en esas fechas.
En la Edad Media el carnaval era el mundo al revés, se hacía un culto de la exageración y de lo absurdo. Fiesta pagana donde lo prohibido o escandoloso era potenciado sin temor al ridículo. Con el tiempo, la iglesia vio la necesidad de controlar esta celebración como una forma de "domesticar a las fieras".
Cristianizar el carnaval era la entrada a la domesticación de la sexualidad: promover la inhibición, castigar la masturbación y las relaciones extra matrimoniales, condenar toda expresión de sexualidad desenfrenada.
San Valentín lo celebran las parejas enamoradas que pasean de la mano por la calle, mientras que el CARNAVAL es la fiesta de l@s solter@s que gozan de la sexualidad sin tabúes ni condicionamientos.
La adolescencia es el Carnaval de la vida. Es la etapa de ebullición hormonal cuando despiertan nuestros deseos dormidos. Nuestro sexo va en busca constante del placer. Pero cuando somos niñas-mujeres criadas en un entorno conservador, queremos disfrazar ese deseo con la búsqueda de un amor que quiera una relación "seria", porque no vayan a pensar que queremos tener un novio sólo para tener sexo...¡Dios nos libre! Y pasados los primeros meses de enamoramiento sentimos que nuestro cuerpo se empieza a encender por otro chico y empiezan a surgir los conflictos con nuestra pareja, la desilución, la tristeza, el anhelo de estar con otr@, la culpa...
Y así lo que debería ser una fiesta, se transforma en una película dramática que nos hace vivir de canciones románticas anhelando la llegada del "verdadero amor", que nos dé TODO y nos sintamos tan completas que ni siquiera se nos cruce por la cabeza la necesidad de poner nuestros ojos sobre otr@.
Chicas, quitémosnos las máscaras. Escuchemos nuestro cuerpo, escuchemos nuestro corazón. Mientras la sociedad nos quiere ver monógamas, nuestra naturaleza de mujer salvaje nos pide lo contrario.
¿Cómo queremos vivir la adolescencia? ¿Qué necesitamos para comprender que nada nos ata para ser libres y vivir nuestra sexualidad como a nosotras más nos guste?
Para estos carnavales deseo que experimentes la liberación: disfrázate de lo impensado, haz algo inesperado, anímate a hacer lo que no harías siendo "la de siempre". Que el verdadero espíritu liberador del Carnaval te permita descubrir todo lo que eres.